Carlos Sadness y su Tropical Jesus & Perreo Bonitour le ponen color al verano mallorquín

Pongámonos en situación: primer viernes de julio. Verano de lleno, calor y buen tiempo. ¿Qué nos apetece? Conciertos al aire libre. Y, ¿qué mejor que Carlos Sadness y su eterno verano tropical?

Pues en esas nos vimos el viernes pasado, en el recinto del antiguo Aquapark de Calvià, en la edición más fresh de los organizadores del Mallorca Live Festival, que vienen ahora con Es Jardí.

Empezó la tarde de la mano de Charly Taylor a los mandos. Estuvo pinchando música muy conocida y fresca, con ritmo, que obligaba al público a mover las caderas. Más tarde, el mismo Charly se puso al frente de su banda Isla Iglú, junto a Toni Sánchez-Cortés Balaguer al bajo y Toni Benavente a la batería, para «telonear» a Sadness desde el escenario pequeño, rodeados por el público que decidió empezar cuanto antes la fiesta.

Debo decir que los presentes se volcaron con este excelente grupo que despuntó hace unos años y que, desde el escenario, lo dio todo para que la fiesta no solo llevara el nombre de Sadness, sino que también se hablara de Isla Iglú.

Verano sin fin

Le tocó el turno a Carlos Sadness, que empezaba puntual lo que iban a ser 90 minutos de un concierto a todo color. «Hale Bopp» fue la canción elegida para el despegue musical, muy apropiada para abrir, a la que siguió un setlist muy variado, incluyendo temas de sus últimos discos: La idea salvaje (Sony Music, 2015), Diferentes tipos de luz (Sony Music, 2018), Tropical Jesus (Sony Music, 2020) y su último EP Perreo Bonito (Sony Music, 2023).

El barcelonés, artífice de una música ‘buenrrollista’, de un pop tropical tan reconocible, nos hizo bailar de principio a fin mientras no dejaban de sonar sus temas, dando al público un chute de vitamina y fantasía.

Al fondo del escenario, una pantalla mostraba videoclips de lo más naif, repletos de colores pastel, chicas de pelo naranja y labios rojos, frutas tropicales y paisajes paradisíacos e idílicos, tan acordes a la estética a la que nos tiene acostumbrados Sadness.

Después de canciones tan conocidas como «Perreo bonito», «Todo estaba bien», «Isla Morenita» o «Ahorita», llegó el momento fan de la noche: varios días antes publicaba su último single «Jugo de Guayaba», y retaba al público a cantarla con él. Reto que aceptaron muchos de los asistentes cantando, además, la canción entera, uniéndose aún más gente en los estribillos.

Empezaba entonces la segunda mitad del concierto, en la que pudimos escuchar un mix que bien podría estar en su top 10. «Miss Honolulu», «Longitud de onda», «Física moderna», «Ojitos lindos», «Aloha»… fueron los más reconocibles de este bloque, temas que pudieron corear hasta los menos fanáticos.

Dentro de esta parte también pudimos vivir cómo el público le pedía «Barcelona tropical». Una canción que, según confesó, suele cantar solamente en Barcelona y que entonó a capela ayudado por buena parte de los asistentes a la fiesta dulce del catalán.

Y así llegó el final. Carlos se despedía de Mallorca con sus dos canciones estrella: «Te quiero un poco» y «Qué electricidad». Acompañado de su inconfundible ukelele, dejó claras sus intenciones: disfrutar y hacer disfrutar al público mallorquín del buen rollo, buenas vibras y su carisma, que hacen que no quieras irte de ninguno de sus conciertos y vivir eternamente en su isla morenita, aun viviendo ya en una.

Acabó entonces el concierto y el foco se volvió a desplazar al escenario pequeño, cerca de la entrada, donde volvía a estar Charly Taylor pinchando música hasta el cierre.

⬆ Carlos Sadness hablando con el público, dejándole intervenir y prestándose a todo sobre el escenario. Incluso a salir en la foto que se estaban haciendo un grupo de chicas en mitad del concierto.
⬇ Pocos asistentes para el gran recinto. Aunque los que había, eran de calidad y lo dieron todo de principio a fin.